LIN HWAI-MIN |
El Día Internacional de la
Danza fue
establecido por la UNESCO en 1982, atendiendo a una iniciativa del Comité
Internacional de Danza, del Instituto Internacional de Teatro (ITI / UNESCO), con el fin de atraer la atención sobre el arte de la
danza. Fue instituido a partir de la propuesta del maestro ruso Piepor Gusev de
Leningrado, de homenajear al gran innovador del ballet clásico, el coreógrafo francés
Jean George Noverre (1727-1810), nacido el 29 de abril de 1727, quién fue
el más grande coreógrafo de su
época, y se le considera el creador del ballet moderno neoclásico.
Por eso, cada 29 de abril se celebra el Día
Internacional de la Danza. Un día de fiesta que celebran todos los países del mundo con
espectáculos especialmente dedicados a la danza a través de: clases abiertas,
ensayos al aire libre, conferencias, exposiciones, publicaciones en diarios y
revistas, bailes populares, programas en radio y TV, espectáculos callejeros,
entre otros.
Cada año, la UNESCO solicita a una
personalidad reconocida de la danza, que redacte un mensaje, el cual, después es
difundido mundialmente y cuya versión 2013 es la siguiente:
TEXTO DEL MENSAJE
Por LIN HWAI-MIN
(Coreógrafo, bailarín, escritor, director artístico, estudioso de
la ópera china y budista practicante…, nacido en Taiwán,
en 1947)
Traducción: Arantxa Azurmendi
El Gran Prefacio del “Libro de las Canciones”, una antología de poemas chinos que datan del siglo X al siglo VII a.C., señala:
“Las emociones se remueven y adoptan la forma de palabras.
Si las palabras no bastan, hablamos en suspiros.
Si los suspiros no bastan, las cantamos.
Si el canto no basta, inconscientemente
Bailan nuestras manos y marcan el compás nuestros pies”.
La danza es una poderosa expresión. Habla a la tierra y al cielo. Habla de nuestra alegría, nuestro miedo, nuestros deseos. La danza habla de lo intangible y, aun así, revela el estado de la mente de las personas, y de su temperamento y carácter.
Como en muchas culturas del mundo, los nativos de Taiwán bailan en círculo.
Sus antepasados creían que los demonios quedaban fuera de éste.
Con las manos entrelazadas, se transmiten calor mutuamente y se mueven en una
pulsión común. La danza reúne a la gente.
Y la danza se produce en el filo de la inexistencia. Los movimientos desaparecen en cuanto se producen. La danza sólo existe en el instante. Es única. Es una metáfora de la vida misma.
En esta era digital, las imágenes de los movimientos adoptan millones de formas. Son fascinantes. Pero nunca podrán remplazar a la danza porque las imágenes no respiran. La danza es una celebración de la vida.
Vamos, apaga la televisión, desconecta el ordenador y ven a bailar. Exprésate a través de este instrumento elevado y divino que es nuestro cuerpo. Ven a bailar y reúnete con otros en una pulsante oleada. Atrapa ese precioso y pasajero instante. Ven a celebrar la vida por medio de la danza.
LIN HWAI-MIN
Nació en Taiwán en 1947. Estudió el movimiento de la ópera china en su país natal, Taiwán, danza moderna en Nueva York y danza clásica en Japón y Corea
Estudió danza clásica en Japón y Korea y danza moderna en Nueva Cork con Martha Graham y Merce Cunningham, convirtiéndose en un pionero de la danza contemporánea en Asia, su labor en su ámbito ha sido comparada con el trabajo de “deconstrucción” del ballet clásico efectuada por William Forsythe. Tras una primera época más apegada a la estética y la narratividad tradicionales (suntuosos trajes de seda, dramatismo de ópera china, adaptación de cuentos y novelas populares) Lin ha evolucionado hacia un lenguaje despojado, minimalista, espiritual, de gran belleza.
Su lenguaje coreográfico implica una verdadera fusión entre la tradición asiática y la danza contemporánea.
Fundó
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